Ética “para”, Lou: No hay seres superiores ni seres inferiores


Escrito por: Fernando Aurelio Guerrero.
Doctorando Universidad Externado de Colombia.
Mag. Litigio Internacional DH y DIH.
Esp. Derecho Constitucional y Derecho Administrativo.
Docente Uniciencista Bogotá.


En Villa-Quién, el hogar de la alegre y pequeña “Cindy Lou Quién”, se incorporaron dos valores humanos imprescindibles para vivir en sociedad: la justicia y la felicidad1. Un día antes de navidad, la niña se topó con una criatura amarga y malhumorada que vivía como un ermitaño en la cueva de una montaña alta y empinada al norte de la ciudad de Villa-Quién. La historia es larga, en resumen, Lou logró que este personaje se reformara, logró suavizar sus sentimientos hacia los “Quién”.

La implantación de una ética del ciudadano para Lou, vendría a ser un oxímoron, ya que ella cuenta con una moral auténtica en su ADN juvenil. El caso de Lou, contrapone lo que afirmó Hobbes sobre el hombre mostrándolo por naturaleza egoísta y como un lobo para el otro, y se acerca más a lo defendido posteriormente por Rousseau, al considerar que el hombre nace bueno y la sociedad lo corrompe. Se encuentra dentro de la clase de ejemplos, que en ocasiones gestan teorías que apelan más a un sistema cultual, social y político menos racionalista y más virtuoso, más práctico y menos ideológico.

Las campanas constituyentes para octubre de 2019, con la introducción de una “sexta papeleta”, en las urnas abren un debate que en Colombia puede contar con expertos de carácter analítico serio, desde orillas ideológicas contrarias, el cual tendría rueda suelta para la exposición de argumentos sobre la conveniencia y las bases de lo que se debe discutir en una constituyente. Sin embargo, a pesar de que persista un nivel y grado de deliberación, honesta y abierto, esto no siempre permite lograr los supuestos necesarios para una deliberación sobre los mecanismos de impacto real e inmediato, quedando sólo en acuerdos simbólicos al largo plazo.

Duque Márquez, el pasado 25 de enero señaló citando a Michael Sandel, que en un escenario de diseño constitucional, las posturas que se presentan parten de dos grandes bloques de pensamiento ético, uno que presupone decisiones basadas en revisar las consecuencias, las utilidades, los beneficios y ventajas para la mayoría, y otro visor ético basado en tomar decisiones desde el sometimiento a principios absolutos, rígidos e inquebrantables. Una deliberación constituyente así, puede propender por la existencia de posturas de seres superiores y seres inferiores, basadas en propuestas sobre lo verdadero, lo correcto y lo justo, sin campo para la voz menos racional y sin intensión de persuadir más que de consensuar.

En ese contexto, Lou, más por el lado de los griegos, hebreos o estoicos, entraría al debate realizando acciones que suavizan los sentimientos y emociones en medio de la deliberación, incluso sin proponérselo, apoyaría el lado virtuoso del constituyente, sin concentrarse tanto en el resultado, preocupada por los débiles, por los que no tienen voz, que incluyen a los animales, disfrutando del camino que recorreríamos en la búsqueda del consenso sobre el buen vivir y la felicidad, visibilizando a los más “pobres”, pero también a los emprendedores que la luchan a diario. La ética de Lou en una constituyente en la época del Ciber-Estado Constitucional, ofrece una sonrisa amistosa; planteara porqués a las preguntas que surgen desde las éticas tradicionales sobre el modelo de buen vivir, haciéndole muecas para hacer ver a los expertos como una persona más, ni superior, ni inferior.


1Escrito de Theodor Seuss Geisel (1957), “¡How the Grinch Stole Christmas!”.


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